Pues sí, soy muy malhablada. Ya no solo porque diga muchos tacos, que también, sino por los palabros que me invento según me conviene y por la cantidad de palabras que digo y uso mal… Se supone que yo, metida en este mundo de las letras, debería hablar a la perfección, pues no. – Mama, tengo que comprarme un lule. Lule, ahí la llevas, la primera palabrita que digo, bueno, mejor dicho, decía mal, que rectificar es de sabios. Otro…
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– ¡Cuidado que hay un badén! ¡Frena! – Ya lo sé, ya lo he visto. Y, por cierto, es un resalto y no un badén. Y yo, una vez más, blanca. Toda mi vida…